Sorprende ver cómo algunos tiran hacia adelante y ponen en marcha nuevos proyectos a pesar de la crisis de caballo por la que atraviesa el mundo del libro y la edición cultural. Es el caso de Josep Ramoneda, encargado durante más de una década del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y colaborador habitual de El País o la Cadena Ser, que en estas semanas presentaba el número 1 de la revista La maleta de Portbou, que él dirige y que cuenta con el apoyo de Galaxia Gutenberg y su director Joan Tarrida, así como de los exquisitos libreros de La Central.
Tras el sugerente anacronismo de la cabecera –que es un homenaje al Walter Benjamin que se suicidó en 1940 en la frontera hispanofrancesa cuando huía de la persecución nazi- tenemos una revista que quiere, según su fundador, tomar distancia de la actualidad y los enfoques que le dan los medios de comunicación, pero sin obviar las fracturas económicas y sociales que está abriendo la crisis.
Los grandes gurús del mundo de hoy son los economistas. Los técnicos de la economía o las finanzas aparecen en todas las tribunas dispuestos a responder las desesperadas preguntas que nos hacemos todos por lo que nos está pasando desde hace un lustro. Los economistas se han convertido en los nuevos guías espirituales de un mundo al borde del colapso.
Sin embargo, como decía hace unos días el catedrático de economía Antón Costas en la presentación de la revista en Madrid, la voz de los economistas no es suficiente y su andamiaje técnico se queda corto para explicar lo que nos está pasando. Con la pretensión de corregir esta carencia y contraponer a la razón económica las aportaciones que pueden llegar desde la filosofía, la sociología, la ciencia política o el arte, aparece La Maleta de Portbou.
Todo hace pensar, por el corte ideológico de su director, que la línea de La Maleta de Portbou será muy socialdemócrata. Ya en su lanzamiento lleva una entrevista al exprimer ministro socialista francés Michel Rocard que parece ser una declaración de intenciones. También hay un artículo sobre Schumpeter firmado por Joaquín Estefanía. Pero la fusión de humanidades y economía que propone La Maleta de Portbou también la emparenta con el liberalismo fundacional de Adam Smith, que consideraba que un país no podía salir adelante sin comercio, pero tampoco sin buenas instituciones y sin sólidas convicciones morales.
La Maleta de Portbou se presenta como un espacio para el debate reposado y como un antídoto al guirigay ideológico de los medios tradicionales y al ruido eterno de las redes sociales y los medios online. Por el momento, la revista y sus impulsores desdeñan la Red y su presencia online es meramente testimonial. Creo que en este punto no deberían mostrarse muy intransigentes.
Una publicación que busca influir y ofrecer “una guía para moverse entre tanta cantidad de información” debería tener más presencia en la plaza electrónica. Una revista como esta no debería estar dirigida únicamente a los especialistas del mundo académico o a los viejos acólitos y simpatizantes de la cuestionada socialdemocracia española.
En el primer número hay un artículo de Marina Garcés sobre nuevas formas de politización que es un claro guiño al 15-M, y otro un tanto críptico de Judith Batler (Universidad de California) que se inicia con una sugerente pregunta: ¿Cuál es este “nosotros” que se reúne en la calle y se afirma a veces por la palabra y por la acción? Ahí, en ese espacio indefinido e incierto, pero superador de la socialdemocracia y la izquierda institucional, deben situar Ramoneda y su equipo los debates de la nueva revista si realmente quieren contribuir a un debate actual y evidenciar las fracturas de la crisis.