A propósito de la lectura de 'Recuperar el futuro',
de Luis Garicano y Antonio Roldán
Este libro de Luis Garicano y Antonio Roldán podría ser uno
más de los tantos que se han escrito en España en los últimos años pidiendo un
reseteo general del país. Sin embargo, viendo las posibilidades de Ciudadanos
de estar en primera línea de gobierno, a pesar del relativo batacazo que se
llevó en el 20D, la cosa cambia.
Conviene pues prestar atención a las propuestas de Garicano,
gurú económico del partido naranja, y a su colaborador, que ya no son sólo las
de un par de profesores bien informados en materia económica, sino que se
pueden convertir en guía para abordar en la práctica las tantas reformas
pendientes que tiene este país.
En Recuperar el futuro nos encontramos buena parte del
programa político y económico de Ciudadanos y su justificación: defensa del
contrato único y del complemento salarial para los que menos ganan, formación a
la carta para los parados, reforma fiscal para descargar a las clases medias,
reforma de la administración que supondrá la eliminación de las diputaciones y
una reducción drástica del número de ayuntamientos, eliminación de las trabas a
la creación de empresas, reducción de las cuotas a la Seguridad Social de los autónomos…
Luis Garicano y Antonio Roldán, quien es hijo, por cierto, de
uno de los redactores del primer programa del PSOE, parten de la idea de que no
hay que inventar la rueda o echarlo todo abajo para que este país funcione y
supere sus problemas, sobre todo el de la vergonzosa tasa de paro que mantiene
fuera del sistema a tantos millones de familias y a uno de cada cuatro personas
en edad de trabajar. España no está condenada por designio divino -o cosa
que se le parezca- a sufrir lacras como ésta, y está en nuestra manos -vienen a
decirnos- revertir la situación, siempre y cuando se toquen las teclas
adecuadas.
El modelo no hay que buscarlo al otro lado del Atlántico, sino
en el norte de Europa, donde el sistema hace compatibles la eficiencia
económica y una política de igualdad y redistribución aceptada por todos. Como
ya adelantaba Luis Garicano en El dilema de España, mucho mejor Dinamarca que
Venezuela, e incluso que los países anglosajones, donde un discurso a favor del
estado del bienestar pagado con fondos públicos tiene un recorrido limitado y
suele ser boicoteado por políticos de derechas.
¿Cómo alcanzar la meta? En la línea de Acemoglu y Robinson en
el celebrado Por qué fracasan los países, los autores de Recuperar el futuro
nos recuerdan que el desarrollo y el bienestar de una nación dependen sobre todo de contar con
una población formada y con unas instituciones sanas, unas reglas del juego
claras y una atribución correcta de los incentivos que se ofrecen a los
agentes, para que florezcan las buenas prácticas y dejen de ser interesantes
las malas e ineficientes. Así, por ejemplo, nos advierten Garicano y Roldán de que
la corrupción política no será erradicada o llevada por lo menos a niveles tolerables
con el simple reemplazo de los viejos dirigentes por unos nuevos cargados de
buenas intenciones y despojados de deudas con el sistema.
A la corrupción institucionalizada hay que responder con una
combinación de endurecimiento de las penas, rechazo social y moral para el
corrupto y beneficios económicos para el que lo hace bien. En fin, que contra
la corrupción funciona mejor un buen entramado institucional que el mero
recambio generacional o castigos ejemplarizantes que son flor de un día.
Otro ejemplo de que en España lo que fallan son los incentivos
lo encontramos en el mundo universitario, que para los teóricos de Ciudadanos
bordea la ruina. Para subir el nivel docente e investigador y acercar la oferta
de la universidad a la demanda de la sociedad y las empresas, Garicano y Roldán
proponen vincular la financiación a los resultados académicos
y las investigaciones de sus miembros. También una mejor
distribución de incentivos debería subsanar defectos en los niveles básicos
de educación, lastrados por una inasumible tasa de abandono escolar. En este punto, los autores ponen
el énfasis la mejora del profesorado a base de mejores retribuciones para los
maestros más capaces y más autonomía en los centros también para, entre otras
cosas, contratar a los docentes que más destacan.
En fin, Luis Garicano y Antonio Roldán han escrito un libro de
fácil compresión y que va al grano, con la dosis de datos justa para ilustrar
los problemas y no convertirlo en un trabajo sólo para eruditos o lectores avezados en materia económica. Es interesante el apartado de
notas bibliográficas, donde uno puede encontrar bastante de la literatura que
en los últimos 6 o 7 años se ha escrito en todo el mundo sobre meritocracia,
cooperación, justicia, calidad institucional, corrupción, tributación, mercado
de trabajo o innovación. Recuperar el futuro compendia bien estas aportaciones.
Sólo por eso convendría echarle un vistazo.