lunes, 14 de diciembre de 2015

Crónica de una crisis que no ha hecho más que empezar





A propósito de la lectura de 
'Estos años bárbaros', de Joaquín Estefanía


El periodista Joaquín Estefanía ha escrito una crónica bien contada y documentada de una crisis que –y ésta es la tesis del libro- no ha hecho más que empezar y terminará siendo estructural, contrariamente a lo que nos dicen los agoreros de la recuperación y los que sólo ven luces al final del túnel. A pesar del derrumbe económico y social acaecido en España desde 2007, la crisis ha llegado para quedarse una buena temporada. Todo indica que los que han caído al pozo (alrededor de un 30% de la población) difícilmente se va a reenganchar al bienestar en los próximos años.

Denuncia Estefanía, socialdemócrata convencido y glosador último de los textos de Keynes, que las políticas de austeridad que están en la base de la gestión que han hecho los Gobiernos durante buena parte de la Gran Recesión se han vuelto permanentes y han mutado el ADN de la economía y de la sociedad. Las consecuencias son de todos conocidas: paro estratosférico, salarios a la baja, precariedad en el empleo y desaparición de las carreras profesionales, recortes en los servicios públicos y en el gasto en el estado del bienestar…

El que vaya buscando nuevos enfoques sobre lo ocurrido en España, en Europa o en el mundo en el último lustro, encontrará el libro de Estefanía decepcionante. Sin embargo, el que fuera en su momento director de El País hace un recuento clarificador de lo acaecido, con una prosa ágil y grandes dosis de divulgación. Y aunque recurre a muchas estadísticas, la lectura no se vuelve por ello farragosa. ¡Todavía se esfuerza Estefanía en explicar con términos muy básicos el colosal embrollo de las subprime que puso al mundo al borde del colapso financiero, en la línea didáctica que inauguró el popular Leopoldo Abadía!

En su demoledora crónica-denuncia de la crisis, da cancha Estefanía a los autores que en los últimos años se han erigido en portavoces de cierto pensamiento crítico, como Stiglitz y Piketty (por su denuncia de la desigualdad), Gaggi y Garduzzi (por la depauperación de las clases medias), Christopher Lasch (por la indiferencia de la élites) o Bárbara Ehrenreich (por el fetichismo de la sonrisa eterna), entre otros muchos. No en vano, Estos años bárbaros es una buena guía de lectura. De hecho, creo su principal interés reside en el índice bibliográfico que figura al final y en cómo el periodista va a introduciendo en su línea argumental las principales aportaciones de sus autores de cabecera. 

En el libro es recurrente una idea que Estefanía ha repetido mucho en estos últimos años. Y es que el primer responsable de la crisis, el capitalismo financiero, se ha ido de rositas. En cuanto la crisis financiera se convirtió en una crisis de deuda, y fueron los políticos los que tuvieron que ponerse al timón del barco en plena marejada, los causantes del colapso pasaron a segundo plano, cuando no fueron olvidados o incluso salvados de la quema en forma de rescates bancarios pagados por los estados y destinados sobre todo a garantizar las posiciones de los acreedores. Estefanía no ahorra tinta para recordar una y otra vez que los desmanes de la élite de Wall Street los han acabado asumiendo los ciudadanos. Y reprocha a los dirigentes que hayan acabado siendo víctimas del “gran engaño” moral (Krugman) perpetrado por los han querido ver los problemas de Grecia y de los países del sur como el justo desenlace a los tiempos de excesos.


En una línea más secundaria en el libro, también valora Estefanía la deriva de la socialdemocracia desde la Caída del Muro de Berlín y desde que se hizo patente el dominio de la política conservadora de Thatcher y Reagan, a partir de los 80. Su análisis no es muy esperanzador. Si de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial salimos con una teoría (el keynesianismo) y un modelo de convivencia potente (la socialdemocracia), de esta crisis vamos a salir sin guía, nos viene a decir. Todo lo más con la irrupción de partidos que al menos van a agitar el statu quo en los próximos años. Menos es nada. 

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