A propósito de la lectura de
'Estos años bárbaros', de Joaquín Estefanía
El periodista Joaquín Estefanía ha escrito una crónica bien contada y documentada de una crisis que –y ésta es la tesis del libro- no
ha hecho más que empezar y terminará siendo estructural, contrariamente a lo que nos
dicen los agoreros de la recuperación y los que sólo ven luces al final del túnel. A pesar
del derrumbe económico y social acaecido en España desde 2007, la crisis ha
llegado para quedarse una buena temporada. Todo indica que los que han caído al
pozo (alrededor de un 30% de la población) difícilmente se va a reenganchar al
bienestar en los próximos años.
Denuncia Estefanía, socialdemócrata convencido y glosador último
de los textos de Keynes, que las políticas de austeridad que están en la base
de la gestión que han hecho los Gobiernos durante buena parte de la Gran
Recesión se han vuelto permanentes y han mutado el ADN de la economía y de la
sociedad. Las consecuencias son de todos conocidas: paro estratosférico,
salarios a la baja, precariedad en el empleo y desaparición de las carreras
profesionales, recortes en los servicios públicos y en el gasto en el estado
del bienestar…
El que vaya buscando nuevos enfoques sobre lo ocurrido
en España, en Europa o en el mundo en el último lustro, encontrará el libro de
Estefanía decepcionante. Sin embargo, el que fuera en su momento director de El
País hace un recuento clarificador de lo acaecido, con una prosa ágil y grandes dosis de divulgación. Y aunque recurre a muchas estadísticas, la
lectura no se vuelve por ello farragosa. ¡Todavía se esfuerza Estefanía en
explicar con términos muy básicos el colosal embrollo de las subprime que puso
al mundo al borde del colapso financiero, en la línea didáctica que inauguró el popular Leopoldo
Abadía!
En su demoledora crónica-denuncia de la crisis, da cancha Estefanía
a los autores que en los últimos años se han erigido en portavoces de cierto
pensamiento crítico, como Stiglitz y Piketty (por su denuncia de la desigualdad),
Gaggi y Garduzzi (por la depauperación de las clases medias), Christopher Lasch
(por la indiferencia de la élites) o Bárbara Ehrenreich (por el fetichismo de
la sonrisa eterna), entre otros muchos. No en vano, Estos años bárbaros es una buena guía de lectura. De hecho, creo su principal interés reside en el índice bibliográfico que figura al final y en cómo el periodista va a introduciendo en su línea argumental las principales aportaciones de sus autores de cabecera.
En el libro es recurrente una idea que Estefanía ha repetido
mucho en estos últimos años. Y es que el primer responsable de la crisis, el
capitalismo financiero, se ha ido de rositas. En cuanto la crisis financiera se
convirtió en una crisis de deuda, y fueron los políticos los que tuvieron que
ponerse al timón del barco en plena marejada, los causantes del colapso pasaron
a segundo plano, cuando no fueron olvidados o incluso salvados de la quema en
forma de rescates bancarios pagados por los estados y destinados sobre todo a garantizar las posiciones de los acreedores. Estefanía no ahorra tinta
para recordar una y otra vez que los desmanes de la élite de Wall Street los
han acabado asumiendo los ciudadanos. Y reprocha a los dirigentes que hayan acabado
siendo víctimas del “gran engaño” moral (Krugman) perpetrado por los han querido ver los problemas de Grecia y de los
países del sur como el justo desenlace a los tiempos de excesos.
En una línea más secundaria en el libro, también
valora Estefanía la deriva de la socialdemocracia desde la Caída del Muro de
Berlín y desde que se hizo patente el dominio de la política conservadora de
Thatcher y Reagan, a partir de los 80. Su análisis no es muy esperanzador. Si
de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial salimos con una teoría (el
keynesianismo) y un modelo de convivencia potente (la socialdemocracia), de
esta crisis vamos a salir sin guía, nos viene a decir. Todo lo más con la irrupción
de partidos que al menos van a agitar el statu quo en los próximos años. Menos
es nada.
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