jueves, 14 de diciembre de 2017

Los jóvenes siguen siendo los grandes perdedores


A propósito de la lectura de 
'El muro invisible', de Politikon

Durante los peores años de la crisis, las librerías españolas se llenaron de libros de carácter regeneracionista en los que se analizó hasta la saciedad las causas del marasmo económico y las posibles vías para superarlo, pero también la ruptura social y política que vivía España como consecuencia de la corrupción que se generalizó a cierto nivel de gestión en los años en que nos creímos ricos. Los jóvenes académicos e investigadores del grupo Politikon pusieron su granito de arena en aquellos debates con ‘La urna rota’, un libro de cierto éxito que luego se reeditaría varias veces y que, con un lenguaje directo y recurriendo a datos y modelos de éxito en el extranjero, proponía vías para mejorar la selección de líderes en España, el sistema electoral o el funcionamiento de la administración pública.

Ahora que para algunos la crisis ya ha pasado y la recuperación es evidente, el regeneracionismo (editorial) ha mutado. Últimamente, la crisis política en Cataluña ha puesto en el punto de mira de editoriales y analistas el modelo de estado y la cuestión territorial. Sin embargo, Politikon ha vuelto a publicar un libro donde analiza uno de los problemas que quedaron sin resolver desde la gran recesión de 2008 y 2009, el hundimiento de las expectativas y las condiciones de vida de los jóvenes españoles. Un tema que, por otro lado, no se ha tratado suficientemente en los medios de comunicación.

En ‘El muro invisible’, los analistas de Politikon derriban mitos y ponen en cuestión clichés, e ilustran con cifras y hechos cómo los grandes perjudicados por la crisis española han sido los niños y los jóvenes, en beneficio de los jubilados y los trabajadores más veteranos. Tanto el sistema político como el estado del bienestar en España se ha escorado y han dejado a la intemperie de la crisis y la precariedad a una parte de la sociedad. Los autores recuerdan que en el último discurso de investidura de Rajoy, el presidente mencionó hasta 9 veces a los pensionistas, pero ni una sola vez habló de la pobreza infantil. Este desajuste, además, no se ha llegado a corregir en los años siguientes con la aparición de movimientos sociales y nuevos partidos. Y es que aunque el 15-M o partidos como Podemos han representado las aspiraciones de los jóvenes con estudios, no han sido una referencia para millones de ni-nis o estudiantes frustrados por el fracaso escolar. Pero, incluso así, ni Podemos ha hecho una apuesta clara para romper el statu quo en favor de las nuevas generaciones y en detrimento de sus padres y abuelos.

‘El muro invisible’ aborda los problemas del sistema educativo español que condena a millones de jóvenes a la baja cualificación y al desempleo permanente o al trabajo basura. Refuta con datos a aquellos que dicen que la educación hoy no es lo que era o que apunta a los chicos calificándolos de perezosos e impacientes, e identifica los problemas estructurales de un sistema educativo dual y descompensado que, por un lado, no logra rebajar los altos índices de fracaso escolar y que, por otro, sigue produciendo un alto número de universitarios que luego no tienen fácil acomodo en una economía incapaz de producir suficientes puestos de trabajo de calidad. Denuncian, además, los autores que el debate educativo se haya venido centrado en cuestiones accesorias y haya evitado los temas claves de más difícil solución, como la falta de alumnos en la secundaria no obligatoria y el desprestigio de la Formación Profesional.  
También recuerdan los analistas de Politikon que la excesiva dualidad temporal-fijo del mercado de trabajo en España ha eternizado la precariedad entre los jóvenes, y para resolverlo abogan por el contrato único con coste de despido creciente. Asimismo, demuestran con datos que en España el fomento de la natalidad en las jóvenes familias es un cuento, y que incluso la derecha, teóricamente más proclive a estas políticas de fomento de la familia, ha mostrado muy poca sensibilidad con el tema. Por la desmovilización y volatilidad del electorado joven, siempre ha salido más a cuenta a los políticos de este país invertir el presupuesto público en pensiones y sanidad que en políticas juveniles o para revertir el fracaso escolar.

El estado de bienestar español redistribuye poco hacia los jóvenes y los niños, de ahí que estadísticas como la de la pobreza infantil no se haya reducido en los últimos años. Sin embargo, los autores mantienen que el gasto en la primera infancia es muy rentable tanto a nivel social como en términos de igualdad, y que la inversión en los jóvenes tiene un retorno económico claro para el país. En este sentido, ven con interés los intentos de renta mínima que se han dado en el País Vasco.  

En fin, ‘El muro invisible’ aborda un debate importante que, en todo caso, se está hurtando a la opinión pública. Los jóvenes fueron los grandes pagadores de la crisis, y siguen siéndolo. Las nuevas generaciones siguen teniendo muy complicado la estabilidad laboral, el acceso a unos salarios dignos, la formación de una familia o la conciliación para cuidar a los hijos. Y esto hipoteca el futuro del país. Politikon analiza con abundancia de datos esta disfunción, que no es exclusiva de España y que también amenaza el crecimiento presente y futuro de toda la Unión Europea. El panorama, pues, no es alentador. O mucho cambian las cosas o el muro invisible que limita las expectativas vitales de las nuevas generaciones va a seguir en pie.


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