Pese a ser una potencia mundial futbolera, y pese a que el fútbol monopoliza buena parte de las conversaciones de bar de este país, por no hablar de su influencia en la agenda política -todavía resuena el decreto ley de 1997 del ministro Álvarez Cascos declarándolo asunto de “interés general” por motivos interesados y espurios-, la literatura que hay sobre este deporte es más bien escasa y precaria.
Abundan sobre todo en las librerías las biografías autorizadas de las estrellas del Madrid o del Barca. Libros previsibles y un punto edulcorados, escritos por periodistas amigos y destinados a ensalzar la figura del protagonista, y a dar cuenta de su periplo desde el barrio o la aldea humilde al estrellato en un negocio multimillonario y universal. El de este otoño se llama La jugada de mi vida y, como explican sus editores en el material promocional, descubre a la persona que hay detrás del mito de Andrés Iniesta y responde a la necesidad del centrocampista “de explicarse como jugador de fútbol, pero sobre todo como ser humano”. En fin.
A pesar de la omnipresencia del deporte en la vida de la gente y en la televisión, en general no tenemos, como en otros países -pienso en Estados Unidos- ni muchos ni buenos libros de deporte. En una librería grande con suerte daremos con un par de estantes dedicados a la materia, cuando al otro lado del Atlántico uno puede encontrar cientos y cientos de volúmenes casi siempre bien editados y bien ilustrados. Más allá de los cuatro best-sellers futboleros, el hueco aquí lo cubren cuatro editoriales con títulos de diseño y contenido arcaico, y de tiradas paupérrimas.
Fútbol: el juego infinito no pertenece a esta categoría de libros precarios, y tampoco es un best-seller laudatorio de la estrella del momento. El volumen, escrito por Jorge Valdano, habla de la fascinación que este deporte siempre despertó en el autor, pero también es un retrato descreído de un mundo, el del fútbol de alto nivel, que ha traicionado sus esencias para acomodarse a las nuevas reglas que ha impuesto la globalización y la mercantilización -excesiva- del espectáculo.
Valdano es un cruce de entrenador, comentarista televisivo y conferenciante, y sus reflexiones, siempre sazonadas con metáforas, tienen a ratos enjundia. Eso sí, el libro es por momentos deslavazado y carente de ilación, por cuanto es una reunión casi siempre de artículos de muy diversa índole que el ex jugador de Argentina escribió para diarios de varios países.
Valdano es complaciente y arriesga poco cuando tiene hablar de nombres ilustres. Su libro es una loa a la santísima trinidad+1 del fútbol mundial: Di Stefano, Pelé, Cruyff y Maradona. Y también es bastante previsible cuando se dedica a ensalzar a figuras más recientes como Messi, Cristiano, Raúl o Xavi Hernández. En el capítulo de entrenadores, no oculta su admiración por Guardiola, Bielsa o Ancelotti, y renuncia dedicarle una línea a Mourinho, con quien compartió club y jefe, pero nunca una manera de entender el fútbol.
Es más lúcido Valdano cuando se trata de detectar los males que aquejan al fútbol actual: la dictadura del gol y de la victoria, que en muchos sitios ha acabado con el buen juego; el presentismo que hace que un delantero o un centrocampista valga por lo que ha hecho en el último partido y casi por nada más; el fanatismo de las hinchadas y esa idea que los jugadores han asumido sin discusión de que el público siempre tiene razón; la violencia en muchos estadios, sobre todo del Cono Sur; una globalización que ha matado el gusto por lo local y que en algunos sitios ha propiciado una desconexión sentimental con los jugadores, aunque no tanto con el club de toda la vida.
Valdano se presenta como defensor del fútbol atrevido que apuesta por la emoción y la belleza, y deplora aquel que está pendiente de la rentabilidad y el balance financiero, o del cortoplacismo del resultado. En fin, el fútbol según Valdano.
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