domingo, 24 de mayo de 2015

El viaje de Podemos más allá de la izquierda



A propósito de "Asaltar los cielos", de José Ignacio Torreblanca

Hará falta mucho tiempo y reflexión para entender lo que está pasando en España desde el inicio de  la crisis, con el 15-M y la irrupción de Podemos en el panorama político nacional. Sin embargo, si uno se pasa por una librería medianamente surtida, se encontrará con muchos títulos que analizan estas cuestiones. Libros en muchos casos de encargo destinados sobre todo a aprovechar el tirón mediático del propio Iglesias, pero donde hay algunos títulos interesantes, como éste de José Ignacio Torreblanca.  

El volumen del profesor de Políticas de la UNED no deja de ser una primera aproximación al fenómeno Podemos, y no desvela grandes secretos sobre Iglesias y su equipo, pero aporta perspectiva, buceando en la trayectoria de sus miembros, siguiendo su viaje desde el radicalismo al centro (o la indefinición), y analizando cómo encuentran en la experiencia latinoamericana y en la televisión las vías para superar las estrecheces de la izquierda clásica europea.

Estoy de acuerdo con Torreblanca cuando dice que Podemos es lo más importante que le ha ocurrido a la política española de los últimos 30 años, y que si no comete errores de bulto y las condiciones de vida de muchas personas no mejoran drásticamente, se quedará entre nosotros durante unos buenos años.

Si bien es cierto que el origen de Podemos está en la izquierda radical que se inspira en los movimientos violentos que proliferan en Europa en los años 60 y 70, y que esa ascendencia marca la actuación de sus líderes hasta hace bien poco, con llamadas a la agitación y la desobediencia, Iglesias ha sido capaz de buscar una alternativa que desborde los estrechos límites de aquella izquierda clásica, casi siempre sin opciones de gobernar.

Y la inspiración la ha encontrado en Chávez, y en una fórmula que mezcla el hiperliderazgo, un nacionalismo que deposita la soberanía en un pueblo explotado por las élites y el acceso al poder a través de las urnas. En el fondo, Podemos, siguiendo la estela del populismo chavista o de Evo Morales, ha puesto en evidencia a una izquierda que a pesar de todo ha sido incapaz de rentabilizar la crisis más dura que se recuerda.

Torreblanca también analiza cómo Iglesias y su equipo aprovechan el poder de seducción de la televisión, rompiendo otra vez los esquemas a los que nos tenían acostumbrados los gerifaltes de la izquierda clásica, que siempre menospreciaron el medio, o, cuando menos, dudaron de su efectividad. Iglesias ensaya en La Tuerka un discurso alejado de la retórica académica habitual. Podemos, como recuerda Torreblanca, se funda en un plató de televisión, y los mensajes, además, llegan sin la intermediación de un partido.

Sabedor de que la atención del espectador es limitada, Iglesias simplifica el análisis de la realidad y recurre a fórmulas de potente significado que, por el contexto económico y social –la famosa "ventana de oportunidad”-, han resultado ganadoras. La más llamativa: la de "la casta", origen de ese país escindido entre una élite corrupta y egoísta, que se aprovecha del poder institucional y el bipartidismo, y una ciudadanía empobrecida y humillada. Los de abajo contra los de arriba. Los padres fundadores de la democracia, ahora sospechosos, contra sus hijos desnortados y sin trabajo. Un conflicto que le vale a Podemos para acabar con la dicotomía izquierda-derecha, deslegitimando el discurso del PSOE o de IU, y recabando alguna adhesión incluso de votantes frustrados del PP.

Podemos ha sido capaz de trasladar las demandas de la izquierda al centro político, que es donde se ganan las elecciones y desde donde se pueden asaltar los cielos, como en 1982 hizo Felipe González con un partido que sólo unos años era clandestino y se declaraba marxista, y que ese año borró del mapa sus adversarios y cambió la política española para siempre.


Eso sí, Torreblanca advierte de los peligros que acarrea un partido con una visión tan maniquea de la sociedad, que considera los medios privados de comunicación (esos que tanto han frecuentado Iglesias) como una amenaza y la ley un instrumento de dominación, y al que le cuesta ver los puntos de encuentro entre la economía de mercado y una sociedad igualitaria. 

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