sábado, 11 de febrero de 2012

Ecologismo o barbarie




A propósito de la Pentalogía de la autocontención, de Jorge Riechmann


Comentábamos hace poco en este mismo blog las propuestas que nos ofrece Jeremy Rifkin para superar las amenazas que la futura escasez de combustibles fósiles y los graves problemas ambientales existentes suponen para nuestra civilización.  Rifkin, recordemos, propone un modelo basado, por un lado, en la esperanza de una sociedad más abierta y participativa y, por otro, en la popular confianza en las ilimitadas posibilidades de la ciencia y la técnica para superar las dificultades globales a las que nos enfrentamos.

Un punto de vista radicalmente distinto al defendido por Rifkin (al menos en lo referente a la fe tecnológica) es el que postula Jorge Riechmann, otro polifacético e hiperactivo autor, en este caso español, y por tanto, mucho menos mediático. Riechmann, a punto de cumplir los cincuenta, es actualmente profesor titular de Filosofía Moral en la Universidad Autónoma de Madrid. 

En su interminable currículo se cuentan estudios de Matemáticas, Filosofía, Literatura alemana y Ciencias Políticas (disciplina en la que es Doctor), no menos de dos docenas de libros de poesía, varios de ellos premiados, traducciones de dramaturgos alemanes como Heiner Müller y poetas franceses como René Char (su traducción de Indagación de la base y la cima, fue galardonada con el Premio Stendhal en 2000), un sinnúmero de artículos y de participaciones en simposios, congresos y mesas redondas y una larga lista de ensayos, muchos de los cuales indagan en lo que podríamos definir como ecología social y sus implicaciones filosóficas, políticas, económicas y morales. Una buena forma de conocer  el pensamiento y las motivaciones del autor se encuentra en su blog: http://tratarde.wordpress.com/

La  Pentalogía de la autocontención está compuesta (no pretende ser necesariamente un oxímoron) por las 1.700 páginas de los libros Un mundo vulnerable, Biomímesis, Gente que no quiere viajar a Marte, La habitación de Pascal y Todos los animales somos hermanos, todos ellos publicados en la interesantísima editorial Libros de la Catarata. La Pentalogía constituye una concienzuda y detalladísima defensa del pensamiento “ecosocialista”, al que representa Riechmann, y puede leerse como un amplio tratado de los fundamentos lógicos y filosóficos en los que se apoya el movimiento ecologista para oponerse al modelo de desarrollo económico que nos guía. Constituye, por lo demás,  una interesantísima fuente de reflexiones sobre sostenibilidad ambiental  y social.  





Riechmann, cómodamente asistido por su abrumadora erudición, que le permite citar con igual soltura a autores “clásicos” del ecologismo como Ayres o Goergescu-Roegen, a sociólogos como  Bowles, Gintis o Giddens y a grandes pensadores universales como Habermas o Castoriadis,  argumenta prolijamente que, siendo finito nuestro planeta, no podemos pretender que nuestros apetitos y deseos sean infinitos, porque ello conducirá a la autodestrucción de la sociedad tal y como la conocemos y a la ruina ecológica de la Tierra.  

Podríamos plantear el dilema al que nos enfrenta la Pentalogía, y el movimiento ecologista en general, en los siguientes términos: ¿es posible que una mayoría mantenga, o consiga, un modo de vida razonablemente complejo y cómodo y, simultáneamente, reducir drásticamente el consumo mundial de materia y energía a fin de evitar una crisis ecológica global?

Riechmann responde afirmativamente,  si bien se opone frontalmente a esa grata idea de desarrollo sostenible que se basa en que la solución para seguir viviendo “igual de bien” sin afectar seriamente al planeta consiste en la adopción de sistemas ecológicos en nuestros coches y en nuestros aparatos de aire acondicionado. Por el contrario, para Riechmann, “desarrollo sostenible quiere decir vivir bien sin coche y sin aire acondicionado”, en un mundo de ritmo mucho más lento bajo una economía planificada, donde se diluya el efecto pernicioso de nuestra ambición sin límites, ese corrosivo veneno que nos impulsa a considerarnos los amos de la Tierra y que tantos males acarrea, como, nos recuerda nuestro autor, ya nos reveló Pascal (“he descubierto que todas las desdichas de los hombres proviene de una sola causa: no saben permanecer en reposo dentro de una habitación”).

En consecuencia, Riechmann ataca sin piedad las bases políticas, sociales y económicas  en la que se sustenta nuestra “sociedad de la abundancia” (o nuestra aspiración a conseguirla en estos tiempos de crisis), a la que opone una propuesta de actuación social y económica basada en cuatro principios: autolimitación de nuestros deseos y ambiciones o suficiencia, biomímesis o imitación de las soluciones que la Naturaleza nos ofrece, un concepto muy querido también por Rifkin, ecoeficiencia, como antítesis de la terrible ineficiencia de nuestra economía despilfarradora,  y precaución, o criterio de refreno del optimismo tecnológico. 

A tales principios, nuestro autor, que coincide con Rifkin, partiendo de premisas completamente diferentes, en proponer un modelo más participativo de sociedad, añade el pegamento de la igualdad social y de la cooperación para conseguir fines comunes. 
La pretensión de crear una sociedad perfecta ante el terrible vaticinio del advenimiento del reino de la barbarie en un mundo hostil, como consecuencia de nuestra desmesura consumista, tiene todos los rasgos de las profecías milenaristas que tan bien describió John Gray en Misa negra

Las ideas de Riechmann nos resultan colectivistas, ilusorias salvo en una situación límite y, lo que es más grave,  incompatibles con nuestra preciada libertad individual, compañera inseparable de la condición humana desde la Ilustración. Sin embargo, una de las virtudes de la Pentalogía estriba en que tales objeciones son citadas y rebatidas expresamente por Riechmann, que, como buen ecologista utópico, discute la tesis antropológica del predominio innato del egoísmo del ser humano frente al poder del altruismo como motor social, a la vez que reivindica la posibilidad de una vida plena con muchos menos bienes, pero con más relaciones y más tiempo libre (cuestiones en las que profundiza ¿Cómo vivir? Acerca de la vida buena, volumen en el que Riechmann ejerce de editor, recientemente publicado por Libros de la Catarata).

En cualquier caso, la Pentalogía de la autocontención resulta muy perturbadora por cuanto, sorprendidos como el niño inquieto cuando le advierten sobre las previsibles consecuencias de su irresponsabilidad, pero tan decididos como él a continuar con nuestras travesuras, el discurso de Riechmann nos provoca una  profunda culpabilidad ante la pésima herencia que legaremos a nuestros hijos, plenamente conscientes de que nunca seremos capaces de aplicar por nuestra propia voluntad un cambio tan radical en nuestras prioridades individuales y sociales como el que el autor nos propone.


  • Un mundo vulnerable. Ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia, 2001, 23 euros,  424 páginas.
  • Gente que no quiere viajar a Marte. Ensayos sobre ecología, ética y autolimitación, 2004, 17 euros, 256 páginas.
  • Todos los animales somos hermanos. Ensayos sobre el lugar de los animales en las sociedades industrializadas, 2005, 20 euros, 360 páginas.
  • Biomímesis. Ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecosocialismo y autocontención, 2006, 20 euros, 368 páginas.
  • La habitación de Pascal. Ensayos para fundamentar éticas de suficiencia y políticas de autocontención, 2009, 19 euros, 320 páginas

Todos los títulos están editados por Libros de la Catarata

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