domingo, 15 de mayo de 2011

Coetzee visto por los demás


J. M. Coetzee da un giro de tuerca en Verano, la tercera parte de una autobiografía que comenzó hace unos años con Infancia (1998) y siguió con Juventud (2002). En Verano, un libro en el que encontramos a un Coetzee justo a las puertas de la madurez, el escritor tiene la audacia literaria de quitarse de en medio y dejar que sean cinco personas allegadas (entre ellas una ex amante, una prima a la que atrajo durante una época y una bailarina brasileña que le sedujo) las que vayan trazando su perfil sentimental.

El autor sólo aparece con “voz propia” en unas notas que abren y cierran el volumen, y, entremedias, es su biógrafo el que va indagando y buscando confesiones.  Más que un libro acabado, Verano es, en realidad, un proyecto de libro que no vemos terminado. Coetzee nos abre su taller y nos deja tocar las herramientas con las que fabrica su literatura. En ese sentido, estamos ante una propuesta bastante innovadora.

La literatura de Coetzee, como es marca de la casa, es amarga. El juicio al que se somete a sí mismo en Verano es severo. En muchas ocasiones es un ajuste de cuentas amoroso o emocional, pero en otras los juicios personales se entreveran con los literarios y sirven a Coetzee para poner también en tela de juicio su aclamada obra. Sin ir más allá, así se expresa Sophie, que coincidió, al menos en esta ficción, con Coetzee en su etapa de profesor universitario en Ciudad del Cabo: “Después de Desgracia perdí el interés. En general, yo diría que su obra carece de ambición. El control de los elementos es demasiado férreo. En ningún momento se tiene la sensación de un escritor que deforma su medio para decir lo que nunca se ha dicho antes, que, a mi modo de ver, es lo que distingue a la gran literatura. Demasiado frío, demasiado pulcro, diría yo. Demasiado fácil. Demasiado falto de pasión. Eso es todo”.

Efectivamente, la imagen que transmite Coetzee de su sí mismo es fría y desapasionada, y contrasta con el relato ardoroso de algunas de las mujeres que tienen voz en el relato. El pulcro y contenido Coetzee nos regala varios retratos de mujer madura que huelen a verdad. Y lo hace verbalizando la rabia o la frustración que produjo su acercamiento a ellas. En fin, Verano es literatura sin complacencias. Un fogonazo de verdad.

Verano
J. M. Coetzee
Editorial Mondadori
255 páginas
18,90 euros

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